Los niños y los jóvenes son un grupo social sometido de forma inevitable y continua a cambios, sociales, personales, emocionales... Esta situación de inestabilidad es inherente a su progreso; por ello, es muy importante que su equilibrio psicológico sea el más adecuado para mantenerse fieles a sus principios y conseguir sus objetivos a pesar de los cambios que acontecen en su entorno y en sí mismos.
Pero una buena estabilidad psicológica solo es consecuencia de una correcta educación, que le permita al niño y al joven conseguir su propio progreso y bienestar, y contribuir a extender este entre los que le rodean.
En casa, en la que es su primera y más importante escuela de aprendizaje personal, es donde adquiere el niño y conforma el joven las normas sociales y personales más trascendentales: valores morales (discernimiento del bien y el mal, por ejemplo), principios básicos personales y normas cívicas. Los padres, con sus enseñanzas, y sobre todo con su ejemplo serán los forjadores de esa personalidad. Los padres cuentan para ello con la ayuda de la escuela.
Por tanto, en la educación hay que tener en cuenta dos aspectos básicos:
1. El entorno, con sus estímulos, como factor determinante del carácter de la persona.
2. El tiempo biológico. Cuanto más joven es el individuo mayor es su receptividad y mayor es la seguridad de que la enseñanza recibida será incorporada a la estructura personal definitiva.
La educación en el hogar es muy importante
aquí un ejemplo:
La educación en el hogar es muy importante
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